Mery Vaca
@meryvaca
No es usual ver y escuchar al
presidente Evo Morales ofreciendo disculpas como lo hizo con Chile o esbozando una autocrítica
como ocurrió tras el retroceso electoral que sufrió su partido en las
elecciones regionales de este domingo. No es común, pero es bueno y hasta
esperanzador que así sea, siempre que esa actitud sea sincera y que no sea
únicamente producto del cálculo político.
El MAS ha perdido ocho de las 10 principales alcaldías del país y tres de las
nueve gobernaciones, a lo que hay que agregar que en dos regiones debe
someterse a segunda vuelta. En el peor escenario, el MAS se quedaría con cuatro
gobernaciones y la oposición con cinco.
Esos resultados electorales son,
sin duda, las mayores lecciones de humildad que ha recibido el presidente
Morales en los casi 10 años que lleva gobernando Bolivia. Sin embargo, aún está
por verse si esas lecciones han sido asimiladas por el Mandatario.
Estuvo acostumbrado a ganar por
goleada y allá donde no podía con los votos, lo hacía con la fuerza de las
leyes y de la justicia que, por lo general, se ajustaban a su medida. Y esa
sucesión de triunfos hizo del presidente Morales un hombre poderoso, soberbio y
autoritario. Los diferentes y los disidentes simplemente eran relegados,
aplastados o, si bajaban la cabeza, eran cooptados.
Y estoy utilizando los verbos en
tiempo pasado porque tengo la esperanza de que el Presidente capte el mensaje
de estos resultados electorales y que inaugure una nueva forma de gobernar en
la que perduren la autocrítica y las disculpas cuando éstas sean necesarias.
Aquellos que miran la realidad a
través del cristal de intereses partidarios (tanto de oposición como de
oficialismo) dirán que estoy pecando de ingenua, pero, al menos quiero darme
esa licencia, por ahora; y solo por ahora.
No estoy entre aquellos que creen
que el resultado electoral es plebiscitario y que ahora el presidente Morales
carece del respaldo mayoritario que hace apenas dos meses le permitió jurar a
su tercer mandato. Considero que el presidente Morales preserva el apoyo
popular, sin embargo, la gente no lo quiere todopoderoso, por eso ha decidido
que el poder debe ser compartido.
La gente ha castigado con su voto
la corrupción, es cierto; pero también ha rechazado aquella forma de gobernar
aniquilando al contendor, entre los que el presidente Morales ha ubicado a los
medios de comunicación independientes, los que ahora se debaten entre la vida y
la muerte porque no reciben ni un centavo de publicidad del Gobierno.
Si estos resultados harán de Evo
Morales un mejor presidente, puedo ratificarme en la siguiente frase que lancé
en Twitter: No está mal perder de vez en cuando, y no solo en la política, en
la vida misma.
Tampoco creo que, tras las justas
del domingo, la oposición esté lista para encarar un proceso nacional.
Claramente, las corrientes que triunfaron en alcaldías y gobernaciones son
diversas y dispersas. No existe todavía un proyecto nacional alternativo al del
presidente Morales.
No estaría mal que, por ese
motivo, las lecciones de humildad también llegaran a los ahora exultantes
opositores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario