lunes, 8 de junio de 2015

Dos tercios y cuoteo

Mery Vaca, periodista

En Bolivia se ha instituido, en la última década, el cuoteo de los movimientos sociales, una práctica que ha reemplazado al cuoteo partidario, ese mecanismo que nació con la democracia pactada y a la que tanto daño ha causado.
Antes del gobierno del presidente Evo Morales, los partidos sellaban pactos políticos para poder gobernar porque ninguno alcanzaba la mayoría absoluta. Por tanto, sin esos acuerdos, no podían elegir al presidente de la República y, menos, darle gobernabilidad al país.
La democracia de pactos, sin embargo, no permitía la inclusión de las minorías en la toma de las decisiones políticas más importantes. Por eso, se creó el mecanismo de los dos tercios de votos parlamentarios, para que la mayor parte de las fuerzas partidarias con representación política fueran tomadas en cuenta en la definición de los asuntos de mayor relevancia nacional, entre ellos, la designación de altas autoridades del Estado.
La concertación puede ser fácil en el papel, pero en la realidad reviste un alto grado de complejidad. Entonces, para lograr los ansiados dos tercios, los partidos recurrían a la práctica del cuoteo partidario. En otras palabras, se repartían los cargos y los beneficios a cambio de garantizar los votos necesarios.
El presidente Morales, durante su primer mandato, no logró los dos tercios de votos en el Senado y, encontró ahí, un freno a sus pretensiones. En cambio, desde su segundo mandato, el Mandatario fue beneficiado con contundentes votaciones populares que le permitieron garantizar ese mecanismo, lo que redujo a las minorías parlamentarias a simples elementos ornamentales del primer poder del Estado.
Con esos dos tercios, el MAS logró:
·         Copar el Tribunal Supremo Electoral con perfiles funcionales o, definitivamente, oficialistas. Estos nombramientos se reprodujeron en cascada en los niveles inferiores.
·         Nombrar a los candidatos para las elecciones judiciales y, de esa manera, copar los más altos cargos del Tribunal Constitucional, el Consejo de la Magistratura, el Tribunal Supremo de Justicia y el Tribunal Agroambiental. Igual que en el anterior caso, los nombramientos se reprodujeron en cascada en el resto del Poder Judicial.
·         Reírse en las interpelaciones que los opositores planteaban contra sus ministros.
·         Nombrar a un oficialista en el cargo de Contralor General del Estado.
·         Designar al Fiscal General del Estado.
·         Permitir la designación del Procurador General del Estado en la persona de un oficialista sin objeciones legislativas.
·         Juzgar a miembros del Tribunal Constitucional que se desmarcaron de las líneas señaladas por el oficialismo.
Con dos tercios de votos también se  nombró al Defensor del Pueblo, pero esta autoridad mantiene su independencia respecto al Gobierno.  Los dos tercios de votos también sirven para reformar parcialmente la Constitución, cambios que deben ser sometidos a un referéndum aprobatorio. Este mecanismo aún no ha sido utilizado por el oficialismo.
Para lograr esos dos tercios y consolidar la hegemonía política, si bien el MAS no tuvo necesidad de hacer alianzas partidarias, se vio obligado a suscribir pactos con los movimientos sociales, los que apoyaron la gestión gubernamental no solo en las calles, sino también con votos legislativos.
El propio presidente Morales admitió que el Tribunal Supremo Electoral ha sido cuoteado y anunció que esta vez no ocurrirá lo mismo.
Ahora que la oposición ha ganado algunos espacios de poder local, como es el caso de El Alto, estamos siendo testigos de la dañina maquinaria que se ha montado gracias a estas alianzas. Los movimientos sociales se sienten con el derecho no solo de compartir el poder, sino también de compartir las recaudaciones y, por supuesto, de recibir todo tipo de compensaciones y prebendas para los dirigentes y sus familias.
El cuoteo político del pasado era fácilmente desmontable con el voto popular, pero el cuoteo con los movimientos sociales se peleará en las calles, con graves consecuencias para la institucionalidad y la democracia boliviana.
A estas alturas está claro que los dos tercios de votos, que camufla en su interior el cuoteo de los movimientos sociales, ya no es suficiente. Es preciso crear nuevos mecanismos de concertación social y política que abarque a los partidos políticos con representación política (mayorías y minorías), a los sectores sociales, al mundo académico y a las instituciones involucradas en la temática que se vaya a abordar.

                

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