jueves, 10 de marzo de 2016

El reto de El Pentágono

Mery Vaca, periodista

Después de tres años de permanecer como panelista permanente del programa de televisión El Pentágono quiero agradecer públicamente a Mario Espinoza por haberme invitado a participar del mismo junto a reconocidos profesionales bolivianos.

Ingresar a El Pentágono fue para mí un gran desafío personal, porque cada semana tuve que encontrar argumentos para hacer un digno ejercicio de análisis y de opinión. No podía defraudar al panel y menos a quienes nos seguían desde su casa.

El programa, pese a que ha ido cambiando de canal, ha sido a lo largo de estos años un referente en el análisis político. Medio en broma, medio en serio a Mario le dicen que es “el culpable” de que Álvaro García Linera sea vicepresidente del Estado. Tal vez el programa no haya hecho un vicepresidente, pero, sin duda, ayudó  a construir la imagen pública del actual vicepresidente y de otros líderes de opinión.

En mi caso, el programa fue clave para descubrir el género de opinión que, al cabo de estos años, he llevado también al texto. El programa, además, me ha ayudado a mejorar mi desenvolvimiento ante las cámaras y a no bajar la cabeza ante nadie.

Por donde se la mire, fue una experiencia positiva y podría seguir siéndolo de no ser por la enorme cantidad de actividades que ocupan mi tiempo durante los fines de semana.

Las mujeres que queremos competir en el ámbito público estamos obligadas a combinar esas funciones con el cuidado de los hijos y las labores domésticas. Tengo un compañero que comparte las alegrías de la vida y también las obligaciones de la casa, pero, aun así el fin de semana termina siendo corto.

Y no crean que El Pentágono solo demanda “una horita” a la semana, en realidad, entre la preparación de los temas, el arreglo personal (mínimo en mi caso) y el viaje de ida y vuelta al canal terminan siendo como cuatro o cinco horitas.

Para las mujeres que tenemos hijos, ideales serían los días de 30 horas y los fines de semana de tres días, pero eso ya es ciencia ficción y nada más.


Para cerrar con broche oro debo decir que lo mejor de todo es que hice entrañables amigos. Mario, Gonzalo, Francesco, Marcelo y Agustín, así como Daniela, Carolita y Ying ya son parte de mi vida. Gracias a todos ellos y un día de estos les convoco a todos a la casa para que vean que ante la cocina tampoco me corro. O, en último caso, tengo una lista de teléfonos de pizzerías.