Coincidí con la ministra de
Comunicación, Marianela Paco, en las aulas de la Carrera de Ciencias de la
Comunicación de la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca. Hemos bebido
de la ética y de los principios de grandes profesionales como Eliodoro Ayllón,
Jorge Ana Peñaranda, Gabriel Peláez, entre otros docentes.
Luego, retomamos nuestra relación
siendo ella parlamentaria y yo periodista. Nos relacionamos como deben hacerlo
una fuente y una trabajadora de la información, con respeto y consideración.
Entonces ella aún contestaba el teléfono.
Somos ambas comunicadoras, aunque
ella ejerce en la administración pública y yo elegí ser periodista.
Ambas somos sureñas, de raíces
humildes. El sombrero, en nuestras culturas, expresa algo más que una prenda
que protege del sol. El sombrero es identidad y por eso respeto la decisión de
Marianela de llevar ese símbolo en su cabeza.
He leído en las redes sociales
infinidad de insultos y hasta expresiones racistas en contra de Marianela, pero
jamás he sido caja de resonancia de esos vituperios.
Incluso, cuando fue agredida
públicamente por el periodista Enrique Salazar salí en defensa de Marianela en
mi cuenta de Twitter, porque yo defiendo principios y no ideologías ni mucho
menos posiciones partidarias.
En mi papel de periodista de ANF,
intenté retomar la comunicación con ella para lograr una entrevista con el
presidente Evo Morales. Le hice llegar mi solicitud por mensaje de texto y por
carta porque ahora ella ya no contesta el teléfono; pero, no recibí nada más
que silencio.
Así estaban las cosas hasta que
este lunes, Marianela acusó a ANF (agencia de la que soy directora informativa)
de ser parte de una triangulación mediática y opositora prochilena y apátrida
por el solo hecho de haberle dado cobertura a una mujer que escribió un libro
en el que critica la demanda marítima boliviana contra Chile.
Demás está decir que milito con
la causa marítima boliviana, que creo que es un asunto de estado, que nos une
como ningún otro tema lo hace, pero esa convicción no me inhibe de darle
espacio periodístico a una voz disidente.
Bolivia es un Estado democrático
y pluralista, en el que se respeta la libertad de expresión irrestricta. Al
menos eso repite el presidente Evo Morales. Y si es así, ¿por qué se
descalifica al medio que da voz a una persona que hace críticas a una política
de Estado?
Para sostener la tesis de la
triangulación, Marianela dice que ANF da cobertura a una opositora y que luego
esa información es replicada en medios chilenos. En realidad fue al revés. La nota salió
primero en medios chilenos; alertados de esa publicación, los periodistas de
ANF hicieron su trabajo y lo hicieron bien porque encontraron a la fuente
primaria para sacar una versión propia.
ANF, en el marco del pluralismo y
la independencia que le caracteriza, hizo una nota con una persona que critica
la demanda marítima contra Chile. Esa persona es, además, opositora. Esos dos
hechos no la descalifican como fuente porque, volviendo al principio básico de la
democracia, opositores y oficialistas tienen cabida en ANF y más aún si se
dieron el trabajo de escribir un libro.
O, de otra manera, llegaríamos a
la conclusión de que todo aquel militante de un partido político no puede
escribir un libro y, peor aún, no puede ser entrevistado por un medio de
comunicación.
Está claro que Marianela y yo
interpretamos los principios legados por nuestros docentes universitarios de
forma opuesta.
Ella entiende que todos debemos
alinearnos con una causa y que los medios no debemos dar voz a los opositores
ni disidentes, a los que ella califica de conspiradores, derechistas y
vendepatrias.
Yo creo que todo ciudadano
boliviano tiene derecho a la libertad de expresión y que los medios estamos en
la obligación de garantizar ese derecho más allá de si compartimos o no sus
puntos de vista.
Marianela anunció, además, que hará
un seguimiento para detectar nuevas noticias prochilenas. Yo le diría que no lo
haga porque estaría traicionando lo que aprendimos en las aulas y, por tanto,
se estaría traicionando a sí misma.
*Este es un punto de vista personal, no de la Agencia de Noticias Fides.